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29 d’abril 2011

El largo camino de la mujer italiana



Irene Tinagli, investigadora de la Universidad Carlos III de Madrid y columnista de La Stampa. El Pais.

El camino de las mujeres italianas hacia su plena afirmación es aún una cuesta pronunciada y repleta de obstáculos. E incluso aquella emoción, aquella ligera esperanza que parecía haber nacido en todas las plazas de Italia el pasado 13 de febrero, ha tenido que afrontar una realidad mucho más dura y arraigada de lo que pueda parecer, una realidad que no tiene que ver sólo con el Primer Ministro, como ya hemos escrito anteriormente en este blog, y a la que no causa menoscabo alguno una manifestación. De hecho, desde aquel 13 de febrero, ha habido muchos signos que han puesto de manifiesto que  la política italiana ha seguido, indiferente, por su propio camino.  

El 5 de abril el Gobierno anunció los nuevos nombramientos para los consejos de administración de las empresas participadas por el Ministerio de Economía:  de los 150 puestos disponibles, sólo 2 fueron asignados a mujeres, es decir el 1,3%.  Un evidente empeoramiento, incluso con respecto a la situación precedente, que ya era dramática.  Antes de esta renovación, las mujeres eran 6, es decir el 4%.  Una elección que casi lleva consigo el sabor de una afrenta, ya que tuvo lugar después de pocos días de la aprobación de la ley de la "cuotas rosas" para los consejos de administración (neutralizada en seguida por una enmienda que aplazaba su pleno vigor al 2015, ¿quizás pensando ya en los nombramientos de abril?) Una afrenta ante la cual, la mayoría de la clase política italiana, incluso aquella que había intentado subirse al carro de la ola del 13 de febrero, apenas ha reaccionado. 

Y hace pocos días tuvo lugar otro episodio parecido. Entre los 42 invitados a participar a las 9 mesas redondas temáticas organizadas por la Expo 2015 que tendrá lugar en Milán, no hay ni una mujer. Ni siquiera una. Una noticia grave que, sin embargo, no ha suscitado ni sorpresa ni indignación y que habría acabado en el silencio más completo si las periodistas Marina Terragni y Lorella Zanardo, autora del documental “Il Corpo delle Donne” (documental en el que denunciaba la manera en que se presenta el cuerpo femenino en la televisión italiana) no hubieran decidido escribir una carta dirigida al Bureau International des Expositions de París para pedir que volvieran a evaluar la candidatura de Milán como ciudad huésped de la Expo 2015. 

La cosa que choca más, en este caso, es que en los puestos directivos más altos de la Expo 2015 se encuentran dos mujeres. Diana Bracco, empresaria, ocupa la presidencia, y Letizia Moratti, alcaldesa de Milán, es la comisaria extraordinaria de la Expo 2015. Ante este acontecimiento surge espontáneamente preguntarse cómo es que ni siquiera unas mujeres que ocupan lugares de poder son capaces de ir más allá de viejos prejuicios y antiguas discriminaciones.  Y surge espontáneamente pensar que quizás la emancipación femenina no pase sólo por la educación de los hombres, sino de las mismas mujeres. 

Y esta es una acción más profunda, que necesita tiempo y mucho esfuerzo. Requerirá el compromiso constante de muchas mujeres, que no dejen nunca de controlar y denunciar, como han hecho en este caso Lorella Zanardo y Marina Terragni, pero es una tarea que se tiene que desempeñar también en los diferentes territorios, tal y como están intentando hacer algunas asociaciones y el comité promotor de la manifestación del 13 de febrero, que está promocionando otros comités e iniciativas, ciudad por ciudad. Todo esto será necesario para evitar que se ocurran otras veces episodios parecidos a los que hemos visto en estos meses: que cierta política con mucho gusto se suba al carro de las manifestaciones de un día y que luego vuelva a estar ciega y sorda en relación a las necesidades y al trabajo cotidiano que requiere una cuestión tan importante. Una cuestión que, es importante recordarlo, no es sólo una "cuestión femenina", sino una cuestión de progreso social y cívico de todo un país. 

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